La Estilográfica Virtual

Es este rincón recóndito de la red dónde hila con una pluma digital este loco (otro más) ideas, historias y versos.

Sean pues bienvenidos, disfruten de su entancia y no olviden dejarse algo antes de partir para estar así seguro de su regreso.


lunes, 10 de enero de 2011

Comenzando a caminar

Lo extraordinario de las historias no es que ocurran sino cómo lo hacen. He aquí algo que sucedió tal día como hoy hace algún tiempo. Tras semanas de fríos atados a los huesos y como si de un espejismo se tratase una mañana amanece despejada y el sol acaricia con gracia la piel dando esa reconfortante sensación de tibieza.

En cuanto sale uno de su refugio de paredes y cemento se da cuenta que la calma y el silencio es pura fantasía. El bullicio de la ciudad esta por todas partes lo engulle todo, lo devora con su movimiento y su ir constante. Las hileras de coches rugiendo impacientes, la gente al hablar al caminar, e incluso algún sonido más de fondo e indeterminado, uno llega a tener la impresión de que es la ciudad entera la que habla y mantienen una interminable conversación consigo misma.

En ocasiones este parloteo se interrumpe por una alarma impaciente que vocifera o por el chillido estridente de una sirena que a poco que se aleja queda de nuevo enmudecida por la voz constante y monótona de la propia ciudad.
Caminé de una calle a otra, sin rumbo alguno, dejándome llevar por las sensaciones que cada lugar proponía. Al segundo o quizás el tercer giro apareció una apacible plazuela empedrada, los adoquines sin pulir con esporádicos brotes de hierva en las juntas daban la sensación de que aquel suelo hubiese estado allí siempre. Los frondosos árboles en las cuatro esquinas de aquel cuadrado entrelazaban en el centro sus ramas como si se tratase de una cúpula o una cruceta de una de esas catedrales góticas, con los árboles como columnas y las ramas haciendo arcos. En el centro a modo de pila bautismal una fuente apenas elevada un metro del suelo, en el centro un tubo de cobre alimentaba de agua un estanque de piedra redonda y cóncava, este al rebosar alimentaba a su vez a otro de mayor diámetro un nivel más abajo y este último a la pila central y de mayor tamaño que se elevaba desde el suelo.

martes, 22 de diciembre de 2009

El hombre Sombra (Primer encuentro)

Un yo impersonal, eso es lo que mostraba, lo que se dejaba ver tras aquella silueta. En ocasiones y mezclada con la proyección de las ramas tomaba una forma grotesca, en la que no era fácil determinar quien era mi interlocutor. Pasados unos minutos por el cambio constante que marcaba el sol al moverse se transformaba en una figura amable.

Desde luego, cualquiera, al ver sobre el suelo de arena moverse los labios en aquella cara plana se habría sentido tentado a girar la cabeza en la dirección de la luz para buscar al bromista que jugaba con nosotros. Y efectivamente yo lo hice en al menos un par de ocasiones, pero allí, e incluso hasta cierta distancia no había nadie. Desde luego nadie que prestara la menor atención a aquella peculiar conversación. Algún chiquillo pasaba correteando a algunos metros tras mi espalda con su madre siguiendo sus pasos vigilándole. De repente, como si el hecho de contemplar aquella mancha humanoide en el suelo fuera obligado para mantener la magia, notaba que el susurro de su voz se extinguía y permanecía ausente, hasta que, aún con suspicacias justificadas pero convencido de que nadie más había, encaraba de nuevo a aquel suelo negro que parecia observarme con curiosidad entre tanto. No sé si aquellos silencios eran por respeto a mis naturales miedos o acaso a la necesidad imperiosa de mi total atención. En cualquier caso nunca pareció ofenderse con aquello. Todo lo contrario, tras el silencio parecía más animado y alegre, sus palabras se hacían más rapidas e incluso más ágiles en las ideas.

...///...

Recuerdo cierta ocasión, dijo de repente, siendo yo aún joven, en que me asaltó la absurda idea de ser distinto de cuanto había a mi alrededor. Ya sabe usted como es la juventud, siempre impetuosa y disparatada. Pues bien en aquel momento no me pareció tan loca la idea sino más bien original y atractiva. Seducido de esta forma por la inconsciencia comencé a hablar de forma diferente, a vestirme de forma diferente a gestualizar de maneras para mí nuevas e incluso con tiempo y disciplina a pensar de formas distintas a las que había conocido.

Supongo que esto es una enfermedad común en los jóvenes, puesto que al cabo de no mucho tiempo me di cuenta de que todos los de mi entorno, en realidad, vestían de la misma forma estrafalaria que yo, y que a la sazón anunciaban todas las grandes tiendas, mis actitudes y gestos eran copiados unos de otros y en algún punto, ya sea como origen o como fin, por algún famosete de la televisión al que todos nos quedábamos enganchados como bobos. El habla era vacía, palabras encadenadas que decían poco o nada, y que lo único que tenian era un grupo de gente en común. El pensamiento inocente e idealista era digerido, tergiversado, corrompido y vendido después como ideas salvadoras que todos aceptábamos sin mas.

En fin, al querer ser diferentes nos habíamos convertido en un grupo homogéneo de diferencias comunes.

sábado, 24 de enero de 2009

Adivinanza

Gota que me ocultas,
que me escondes cuidada
y que yo no la vea
que tornarán entonces
cumbres en rompiente;
un rio desolado
buscando la mar.

jueves, 16 de octubre de 2008

Religion y Estado

A la vista de las noticias de los medios de comunicación resultan llamativos y ciertamente preocupantes los bandazos dados por la iglesia católica. Partiendo de defender una serie de valores, a los que tienen todo el derecho, y pretendiendo defenderlos, atacan a otros valores igualmente respetables o incluso, cosa que ya es grave, a los mismos cuando se enfocan desde otro punto de vista distinto a un tradicionalismo propio del medievo.

Al respecto de esta colisión entre la jerarquía eclesiástica y el estado moderno hay que recordar que las obligaciones del estado no son para con los cristianos sino con respecto a los ciudadanos, puesto que esta es la unidad en la que se basa, y que estos provienen de una amplia gama de orígenes y creencias.

Por ser la ciudadanía la base en la que se fundamentan las estructuras políticas actuales, estas no pueden tomar decisiones ni reglamentar en base al enfoque de unas creencias y con mayor razón cuando en muchos casos estas entran en conflicto con otras de igual rango. Una vez se descarta una u otra fé como valor único del estado hay que encontrar aquellos derechos que son básicos para todos los ciudadanos, siendo los creyentes de una religión u otra, de una filosofía u otra etc. un mero subconjunto dentro de el global de la ciudadanía.

El estado cuando gobierna o legisla debe en cualquier caso hacerlo para la totalidad y respetando a todas las ideologías que lo componen, pero también garantizando el respeto entre ellas.

Cuando no se considera la multiplicidad de creencias en un estado y se pretende que toda la ciudadanía sea ceñida por la ideología de un subconjunto de ese total, entramos en toda clase de totalitarismos convirtiéndose los dirigentes de esa ideología de manera automática, y ya sea realmente o de facto, en los dirigentes políticos y por lo tanto en los gobernantes del estado.

Al contrario de lo que se ha llegado a plantear no es el laicismo radical dentro del estado el que "desembocó en el siglo XX en las formas totalitarias del comunismo soviético y del nacional-socialismo" sino mas bien el hecho de olvidar que el estado por ser su fundamentación distinta de las religiones e ideologías no debe suprimirlas sino aglutinarlas y garantizar el respeto hacia ellas y entre ellas en la medida que éstas respetan unos valores básicos humanos. Las formas totalitarias nacen de la expulsión por parte del estado del respeto a la multiplicidad de ideas y creencias.

Las religiones no pueden pretender regir mas que a sus propios fieles en la medida en la que esto no vaya en colisión con el resto del estado, mientras que el estado debe regir sobre la ciudadanía y considerando que en esta hay gran número de personas que no siendo fieles de una u otra religión deben tener una normativa clara a la que poder atenerse, pero que a la vez refleje todos sus derechos y le permita ser libre y responsable en sus actos.

Cuando son las religiones las que marcan las pautas del estados caemos en un totalitarismo religioso de los que la historia nos da sobradas muestras así como de sus desastrosos resultados a todos los niveles, ya sea en prosperidad ya sea en conocimiento o en libertades.

Exista o no Dios, sea o no una fe verdadera, sean o no unos señores sus representantes, hay una cosa que es inapelable y es el derecho de cada individuo a equivocarse, por supuesto esto lleva asociado la responsabilidad del error y las consecuencias que de él se devenga. Pero de la misma forma sólo quien es injuriado puede reclamar esta responsabilidad y no miembro alguno de ninguna organización religiosa ideológica o de otra índole. Cuando esta injuria afecta a los derechos de algún individuo, es el estado como defensor y guardián de estos el que se encuentra en la obligación de reclamar o incluso prevenir el hecho. Los actos que nos son ajenos no pueden ofender y no nos dan derecho a intervenir ya sea como particulares o como un colectivo.

Al ser las religiones y las ideologías particulares ajenas al estado ,este no puede ni debe velar por el cumplimiento de las pautas dichos colectivos del mismo modo esos colectivos no pueden ni deben plantear en forma alguna que el estado extienda a todos los colectivos las pautas que le son propias. Esto se cumple tanto en la formación del individuo, en la organización y estructuración social o el cumplimiento de sus propios usos. De no ser así nos encontraríamos con situaciones tales como la prohibición por parte del estado de las transfusiones sanguíneas, prohibición de trasplantes, impedir la patria potestad ajena al matrimonio, la abolición de la propiedad privada o la persecución y supresión de todas las formas religiosas, por referir algunos usos y creencias propios de algunos colectivos.

No es misión de los estados fomentar el ateísmo o religión alguna y si el preservar los derechos de sus ciudadanos como la propiedad o la salud, respetando de igual forma que un ciudadano consciente y responsable sea ateo, profese una religión, rechace tener posesiones o rechace recibir transfusiones.

Por supuesto esto tan sólo es la opinión de un ciudadano que repudia la asociación de ideas entre laicismo y totalitarismo, que se siente ofendido por ello y que considera más bien que el estado laico moderno es una garantía frente a dichos totalitarismos.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La Crisis

Andan todas las gentes cavilando, haciendo cuentas, y es que estamos en crisis. De un día para otro pasamos de tener a soñar, que siempre es mucho más barato.

Las riquezas ni aparecen ni desaparecen, tan sólo cambian de manos así como lo hacen las miserias y tanto las unas como las otras tienen por costumbre buscar la compañía de sus iguales, permaneciendo entre éstos hasta que el entorno por hostil las hace migrar en bandadas como si fueran aves, a fin de cuentas con “¡Ave!” se las despide a unas y recogen a las otras.

Eramos ricos, lo fuimos porque teníamos y lo que teníamos valía mucho; era cierto, tanto como lo es que la riqueza que se tiene es aquella de la que uno puede desprenderse. No poseemos ahora menos, sabemos en cambio de lo que necesitamos y que no podemos contar con ello mas que para su uso.

Eramos ricos, pero ya no lo somos. Da lo mismo dónde miremos, todo se anda devaluando y no sólo en dineros sino también en ingenio, en sabiduría y, en definitiva, en luces tanto de gobernantes como de gobernados puesto que se insiste en parchear errores, como si de esa forma llegaran a serlo menos. Viendo la salida en la lancha salvavidas y conformándose con ello en lugar de buscar la más lejana pero también mas fiable tierra.

Todo se devalúa y el primero el conocimiento de cuya caída se alimentan miedos, servidumbres, conformismos y efimerías. Viendo ese ir a menos se encuentra entre reproches, quejas e ideas la Critica. Eso si un tanto famélica por lo vacío de los reproches, lo inútil de las quejas y ,sobre todo, lo escaso de las ideas. No se puede pedir más a un pueblo que desde tiempos inmemoriales censura al conocimiento. Al menos (y vaya consuelo) ahora se reconoce que es pereza, porque el saber cuesta sobre todo esfuerzo; aquel que en esta tierra lo abraza ya no debe temer a la hoguera, y sólo a ésto ya del resto continúa habiendo.

Para cambiar hay que dejar de hacer lo mismo, quizás con ésto si bien no ganaremos fortunas si podremos incomodar a las miserias y sin su presencia más fácil será obtener los tan ansiados parabienes.

martes, 8 de abril de 2008

Con el ser muerto y el corazon enterrado

Un paso y un giro, con los brazos al costado y los dedos anudados a la espalda. Mirada alta, perdida en la nada, habla de pensares y pesares, carga tan pesada que la piel queda por doquier hendida. Los pasos sobre el suelo rítmicos, sonido del gotear de ideas y voluntades.

Los ojos interrogan al vacío, que siempre está lejos y siempre tan alto que habrá de saberlo todo. Y en la distancia habrá de callarlo. Mas abajo la realidad se bate con la ausencia, cambia, surge al tiempo que se desvanece. Allí, tras los más altos muros sólo queda sitio para él sobre el adoquinado. El gesto pétreo, de gravedad extrema, augusta figura en el centro del patio.

Allí, refugio de la razón de un hombre, idealizado mundo de domadas cuevas reunidas como un rebaño por la voluntad y la austeridad. Nunca infantes juegos lograrán tales cosas. Sólo un hombre, sólo eso decide y hace, vence desde su base el ser de las cosas. Aplaca azares y florituras de sus formas originales, en ocasiones alegres, las más terribles. Carcajadas y llantos, extremos transformados por voluntad de un hombre en serenidad, también esta extrema, también esta caída ante quien ni ante dios ni ante hombre jamás detuvo su mano. Diestra fuerte, que forma al mundo, lo altera y cambiado lo exhibe, ¡Mirad, esta es mi obra, es esto lo que os lego, a todo esto he superado y a mi deseo he rehecho y a mi querer he diezmado y con mi ser muerto mi razón ha triunfado! Aquí, esta efigie marca el lugar en el centro del patio, vencí al más terrible adversario que es espejo mío, imagen de mi pasión, de mi congojo y de todo amor. ¡Mirad incluso sobre mi he vencido, aquí yace mi infancia, mi memoria y mi corazón enterrado!

Mis fatigas han terminado, ya no pesan las horas ya no se sufren las palabras, ya los adióses y las promesas resultan pasajeras, sólo sobre el pecho pesan y este cayó, ya no soy mi enemigo, he muerto vencedor y vencido de mi mano.

Cuanto había que hacer se ha hecho. A otros hombres y mujeres he forzado y de cuantos han caído he sido amo como lo soy de la piedra que hacen mi suelo mis muros y mi techo. Nadie ha osado enfrentarme, lo intentó el alma mía y no encontró sino responso y tumba en mi pecho. Reza mi esposa todas las noches en este camposanto y en la mañana marcha a esconder su secreto luto, la siguiente noche regresará para seguir llorando.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Amanecer melancolía

Nace la mañana, como sólo ella sabe hacerlo, gestándose durante horas interminables de sombras huidizas, de calles húmedas y silencios. Eclosiona en un instante, surge cargada de vida y bullicio. Crece, madura y envejece, llegada la tarde es ya el sonar fatigoso y la vida apagada.

Esta mañana surge distinta, nace con un ocaso que camina de espaldas. La niebla gobierna todo diluyendo luces, paisajes y sonidos. Son hoy las gentes espectros, esqueletos altivos los árboles erguidos aún tras la muerte. Hoy el verde ya no es verde sino un gris parduzco y el azul se ha hecho del color de la ceniza.

Es este amanecer callado y oscuro, lejano cuando es aquí la lejanía, poco más que una desteñida madrugada sin luna, rezumando melancolía, néctar que se descuelga por cornisas bebido con ansia por enfermos de soledades, por presos de penas inconfesables.

Hoy la muchacha de los periódicos falta en su esquina, no hay jaleo en los bares, hoy la patinadora va con zapatos y deja los parques para caminar por calles desiertas, caladas y frias.

Hoy las farolas continuan encendidas, su amarillento foco disperso por la niebla sólo muestra penumbras. Ni luces ni sombras acompañan las formas, ya sea de edificios o personas. La calidez pertenece al recuerdo.

Hoy perdidas son las miradas, ojos fijos de los locos que se aventuran en un día sin mañana.

Hoy se ha vestido el amanecer de tristeza y camina descalzo para no hacer ruido, hoy el mundo sueña estar despierto, hoy no es hoy sino un día que terminó antes del alba.