La Estilográfica Virtual

Es este rincón recóndito de la red dónde hila con una pluma digital este loco (otro más) ideas, historias y versos.

Sean pues bienvenidos, disfruten de su entancia y no olviden dejarse algo antes de partir para estar así seguro de su regreso.


miércoles, 1 de octubre de 2008

La Crisis

Andan todas las gentes cavilando, haciendo cuentas, y es que estamos en crisis. De un día para otro pasamos de tener a soñar, que siempre es mucho más barato.

Las riquezas ni aparecen ni desaparecen, tan sólo cambian de manos así como lo hacen las miserias y tanto las unas como las otras tienen por costumbre buscar la compañía de sus iguales, permaneciendo entre éstos hasta que el entorno por hostil las hace migrar en bandadas como si fueran aves, a fin de cuentas con “¡Ave!” se las despide a unas y recogen a las otras.

Eramos ricos, lo fuimos porque teníamos y lo que teníamos valía mucho; era cierto, tanto como lo es que la riqueza que se tiene es aquella de la que uno puede desprenderse. No poseemos ahora menos, sabemos en cambio de lo que necesitamos y que no podemos contar con ello mas que para su uso.

Eramos ricos, pero ya no lo somos. Da lo mismo dónde miremos, todo se anda devaluando y no sólo en dineros sino también en ingenio, en sabiduría y, en definitiva, en luces tanto de gobernantes como de gobernados puesto que se insiste en parchear errores, como si de esa forma llegaran a serlo menos. Viendo la salida en la lancha salvavidas y conformándose con ello en lugar de buscar la más lejana pero también mas fiable tierra.

Todo se devalúa y el primero el conocimiento de cuya caída se alimentan miedos, servidumbres, conformismos y efimerías. Viendo ese ir a menos se encuentra entre reproches, quejas e ideas la Critica. Eso si un tanto famélica por lo vacío de los reproches, lo inútil de las quejas y ,sobre todo, lo escaso de las ideas. No se puede pedir más a un pueblo que desde tiempos inmemoriales censura al conocimiento. Al menos (y vaya consuelo) ahora se reconoce que es pereza, porque el saber cuesta sobre todo esfuerzo; aquel que en esta tierra lo abraza ya no debe temer a la hoguera, y sólo a ésto ya del resto continúa habiendo.

Para cambiar hay que dejar de hacer lo mismo, quizás con ésto si bien no ganaremos fortunas si podremos incomodar a las miserias y sin su presencia más fácil será obtener los tan ansiados parabienes.

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