Nace la mañana, como sólo ella sabe hacerlo, gestándose durante horas interminables de sombras huidizas, de calles húmedas y silencios. Eclosiona en un instante, surge cargada de vida y bullicio. Crece, madura y envejece, llegada la tarde es ya el sonar fatigoso y la vida apagada.
Esta mañana surge distinta, nace con un ocaso que camina de espaldas. La niebla gobierna todo diluyendo luces, paisajes y sonidos. Son hoy las gentes espectros, esqueletos altivos los árboles erguidos aún tras la muerte. Hoy el verde ya no es verde sino un gris parduzco y el azul se ha hecho del color de la ceniza.
Es este amanecer callado y oscuro, lejano cuando es aquí la lejanía, poco más que una desteñida madrugada sin luna, rezumando melancolía, néctar que se descuelga por cornisas bebido con ansia por enfermos de soledades, por presos de penas inconfesables.
Hoy la muchacha de los periódicos falta en su esquina, no hay jaleo en los bares, hoy la patinadora va con zapatos y deja los parques para caminar por calles desiertas, caladas y frias.
Hoy las farolas continuan encendidas, su amarillento foco disperso por la niebla sólo muestra penumbras. Ni luces ni sombras acompañan las formas, ya sea de edificios o personas. La calidez pertenece al recuerdo.
Hoy perdidas son las miradas, ojos fijos de los locos que se aventuran en un día sin mañana.
Hoy se ha vestido el amanecer de tristeza y camina descalzo para no hacer ruido, hoy el mundo sueña estar despierto, hoy no es hoy sino un día que terminó antes del alba.
Esta mañana surge distinta, nace con un ocaso que camina de espaldas. La niebla gobierna todo diluyendo luces, paisajes y sonidos. Son hoy las gentes espectros, esqueletos altivos los árboles erguidos aún tras la muerte. Hoy el verde ya no es verde sino un gris parduzco y el azul se ha hecho del color de la ceniza.
Es este amanecer callado y oscuro, lejano cuando es aquí la lejanía, poco más que una desteñida madrugada sin luna, rezumando melancolía, néctar que se descuelga por cornisas bebido con ansia por enfermos de soledades, por presos de penas inconfesables.
Hoy la muchacha de los periódicos falta en su esquina, no hay jaleo en los bares, hoy la patinadora va con zapatos y deja los parques para caminar por calles desiertas, caladas y frias.
Hoy las farolas continuan encendidas, su amarillento foco disperso por la niebla sólo muestra penumbras. Ni luces ni sombras acompañan las formas, ya sea de edificios o personas. La calidez pertenece al recuerdo.
Hoy perdidas son las miradas, ojos fijos de los locos que se aventuran en un día sin mañana.
Hoy se ha vestido el amanecer de tristeza y camina descalzo para no hacer ruido, hoy el mundo sueña estar despierto, hoy no es hoy sino un día que terminó antes del alba.
2 comentarios:
Es verdad que la niebla nos afecta en el estado de ánimo, pero existe el dicho de "Mañana de niebla, tarde de paseo". La melancolía debe tener fecha de caducidad, sino se puede convertir en tristeza.
Un saludo de otro bloguero emeritense.
quise decir "tristeza oscura"
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