De lo virtual y lo real

No hace mucho apareció la noticia de dos personas que fliretaban furtivamente y al margen de sus respectivos matrimonios, eso evidentemente no es noticia aunque si lo es el echo de que sus frustrados matrimonios eran el mismo.Es difícil comprender cómo la simple carencia de realidad y el anonimato logran que dos personas recuperen tantas de las cosas que con el transcurrir de sus vidas habían perdido, por el simple hecho de no ser conscientes del otro. Al tiempo es sencillo entender que se toma con más agrado a la persona cuando no tienes que escuchar sus ronquidos.

Llama la atención cómo a un tiempo mediante Internet las personas se aíslan en la comunicación, una comunicación eso si idealizada llevada a cabo desde la comodidad e intimidad de nuestro cuarto. De esta forma hablamos con entes; seres distantes, intangibles e incluso, en ocasiones, inteligentes. Seres todos ellos idealizados salvo en el intelecto que es lo único que podría escapar a nuestro control.

En este lugar virtual no existen cosas tan mundanas como las barbas de dos días, las piernas por depilar o las ojeras hasta el suelo. Puedes desde reírte de un chiste al tiempo que lloras de una pena quedando ambas cosas perfectamente separadas. Ir desde una fingida simpatía a una franqueza escarnecedora sin sentir el más mínimo remordimiento de conciencia seguros en nuestro lejano rinconcito del mundo.

Pero al final nada puede sustituir a lo real, a pesar de toda idealización; puesto que unos ojos no son tales si no brillan de alegría o brotan de ellos lagrimas de pena, una flor no es tal sin su aroma, una caricia no lo es sino sobre la piel y un beso sólo lo es contra otros labios.