La Estilográfica Virtual

Es este rincón recóndito de la red dónde hila con una pluma digital este loco (otro más) ideas, historias y versos.

Sean pues bienvenidos, disfruten de su entancia y no olviden dejarse algo antes de partir para estar así seguro de su regreso.


sábado, 11 de agosto de 2007

El Viajero

Hiriendo la montaña a cada paso, y con cada herida un bosque y con cada bosque un cielo y con cada cielo unos ojos negros que lo miran.

Lleno de caminos; desvalidos, errantes, a ninguna parte, es el alma del viajero. Muy lejos se halla de aquellos que apenas abandonando el lugar del que partieron llegan a su destino sin mas recuerdo de su paso que el sueño fatigado de un extraño.

Un último paso, porque cada paso más siempre es el último, dejando atrás todo y encontrando un nuevo suelo tan parecido al anterior, nuevas piedras tan parecidas a tantas otras y sin embargo nuevas ya que el último paso es a la vez el primero y el huidizo intermedio entre ambos.

Un último giro, otro más y se hace llana ahora la senda que se parte y se extiende para llegar tras un largo recorrido al final siempre al mismo destino, puesto que el final es dónde termina toda senda y todo camino. Ya no parece la peña alzada sino tumbada dejando al viento su pecho. Vulnerable, vencida al fin tras el tenaz ascenso permitiendo marchar sobre su vientre a la voluntad con forma de fatigado hombre.

El callado se clava de nuevo en la tierra, marcando el caminar, paso de un cojo que acompaña a los otros, siendo guía u apoyo, dejando claro quién es el desvalido, quién en su pasar necesita de ayuda. Firme pierna de palo; ya sobre la hierba ya sobre la desnuda roca, ya sobre la tierra que vela el verdadero ser de la senda, que es el de la montaña y que sólo se descubre al discurrir de los arroyos y en las cumbres cuando el verano desliza la túnica de seda que cubre sus secretos.

Silencioso compañero de viaje, punto sobre la escritura que hacen los pasos, de letra corrida. Texto que habrá de borrarse con el transcurso pesaroso de ese otro viajero que se afana en el olvido de alegrías y penas de este mundo y cuyo marchar no se detiene ni se detendrá por siempre.

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