No queda duda que el ser humano es un ser ambicioso y siempre obsesionado, todos tenemos un ejemplo claro a poco que nos miremos a un espejo, ambicionamos aquello de lo que carecemos y si se nos niega, con mayor ímpetu habremos de intentar alcanzarlo. Quizás esa parte de egoísmo y ambición de nuestros primeros años nos persigue mas allá de la etapa infante o quizás simplemente sea nuestra condición.
Llega a tal punto la cuestión que podemos terminar renunciando a todo incluso a nosotros mismos y a nuestros principios con tal de alcanzar nuestros objetivos, cuanto mas fuerte es el deseo más lejos se está dispuesto a llegar. Un ejemplo claro de esto es el caramelo que se resiste a abrir su envoltorio, cuanto más se resiste con mayor deseo se toma e incluso llega a sabernos mejor que otro que ofreció menos dificultades.
No es esto sino uno de tantos juegos de equilibrios que en la vida nos encontramos, puesto que si no luchamos por aquello que no tenemos ni lo tendremos ni , si por causa del azar lo alcanzamos, lo llegaremos a valorar en toda su amplitud, y si cruzado cierto límite no lo conseguimos la única opción se convierte en renuncia aceptar y asumir el no tener para esquivar la frustracion.
Todo esto podría parecer bien o mal pero el verdadero problema es si llegado el momento realmente poseemos la perspectiva suficiente para poder tomar las decisiones acertadas, pero aquí, en este punto siempre nos equivocamos
Llega a tal punto la cuestión que podemos terminar renunciando a todo incluso a nosotros mismos y a nuestros principios con tal de alcanzar nuestros objetivos, cuanto mas fuerte es el deseo más lejos se está dispuesto a llegar. Un ejemplo claro de esto es el caramelo que se resiste a abrir su envoltorio, cuanto más se resiste con mayor deseo se toma e incluso llega a sabernos mejor que otro que ofreció menos dificultades.
No es esto sino uno de tantos juegos de equilibrios que en la vida nos encontramos, puesto que si no luchamos por aquello que no tenemos ni lo tendremos ni , si por causa del azar lo alcanzamos, lo llegaremos a valorar en toda su amplitud, y si cruzado cierto límite no lo conseguimos la única opción se convierte en renuncia aceptar y asumir el no tener para esquivar la frustracion.
Todo esto podría parecer bien o mal pero el verdadero problema es si llegado el momento realmente poseemos la perspectiva suficiente para poder tomar las decisiones acertadas, pero aquí, en este punto siempre nos equivocamos
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